Maite Rodríguez Agramonte intenta, desde hace casi dos años, recomponer el rastro de su hija en una ciudad que solo conoce por fotos y direcciones sueltas: Las Vegas. Su hija, la cubana Yenia Pérez Rodríguez, está desaparecida y la madre ha recurrido a todo lo que tiene a mano para encontrarla: conocidos, redes sociales, instituciones internacionales y la solidaridad de otros cubanos en Estados Unidos.
Los dos casos, separados por provincias y por fechas, comparten un punto ciego: la distancia entre el crimen y la justicia. La etiqueta de “bajo investigación” solo tiene sentido si se traduce en avances verificables. De lo contrario, es otra forma de impunidad. Las familias insisten en seguir: que se reabran líneas de pesquisa, que se actúe sobre información ciudadana y que nadie se acostumbre a la idea de que matar puede no tener consecuencias.
La escena no es espontánea. Los residentes, cansados de esperar, se organizaron y pagaron de su bolsillo a esa persona para despejar el paso del agua. La urgencia no era estética, sino de supervivencia: si el tapón se mantiene cuando lleguen las primeras bandas de Melissa, el agua rebasará la losa, inundará las casas más bajas y socavará aún más los apoyos del puente. En una ciudad con drenajes colapsados y basura acumulada, el cauce funciona como el único desagüe posible. Bloquearlo es invitar a la inundación.
El llamado busca no solo reabrir un expediente, sino rescatar la memoria de una mujer que, como tantas, fue silenciada por la violencia machista y por un sistema que rara vez responde. Porque la justicia no puede tardar otros catorce años. Cada día sin respuesta prolonga el dolor y confirma una impunidad que, en Cuba, se ha vuelto costumbre.
De acuerdo con una denuncia ciudadana enviada a La Tijera News, en cuestión de días el hospital recibió la visita del propio general, acompañado del director del centro, el jefe de Planta Mecánica y el responsable de Electromedicina. El tomógrafo fue reparado de inmediato, apareció una ambulancia nueva para trasladar a la paciente y se activaron recursos que hasta entonces habían estado ausentes para el resto de los enfermos.