La detención del exfuncionario en julio pasado, y su posterior desaparición del sistema de ICE mientras otros cubanos permanecen meses o años bajo custodia, incluso con condiciones médicas graves, levantan sospechas sobre un posible trato diferenciado. Hasta que ICE o el Departamento de Seguridad Nacional expliquen si fue liberado, deportado o trasladado, la pregunta seguirá en el aire: ¿qué pasó exactamente con el amigo del Cangrejo al que hoy ya no se puede localizar en los registros públicos de detención?
Mientras la Patrulla Estatal avanza en el peritaje, el caso confirma una constante en comunidades migrantes de Iowa: ante el golpe súbito de la muerte, la colecta digital funciona como un abrazo extendido que ayuda a sostener el luto y a concretar el último trayecto.
La inmensa mayoría de los cubanos en EE.UU. respeta la ley y trabaja por salir adelante. Pero también es cierto que cada agresión contra un agente —o un crimen de alto impacto— deja huellas en políticas, presupuestos y relaciones con las comunidades. Incluso, la semana pasada, Trump se pronunció sobre el caso del cubano en Texas.
Lo de Jorge Lázaro y Elaine no solo son victorias personales: son también una señal de que, con estrategia legal y perseverancia, es posible abrir grietas en un muro que parecía infranqueable.
Entre la aplicación estricta de la ley a quienes cometieron delitos graves y la indefensión de quienes alegan persecución política, los cubanos siguen atrapados en un laberinto migratorio que no ofrece salidas claras. Y estos casos lo demuestran
En el video, filmado mientras trabajaba un domingo en la limpieza de baños, la muchacha explica que gana 13 dólares por hora y que esos 20 dólares equivalen a casi dos horas de su esfuerzo físico.