Movimientos inesperados en Cienfuegos y la destitución de la directora provincial de Justicia en Guantánamo reavivan el debate sobre la corrupción estructural en Cuba, justo cuando el Gobierno intenta presentar la caída de Alejandro Gil como una muestra de “tolerancia cero”. Lo que emerge, sin embargo, es la percepción de un entramado donde las irregularidades no son excepciones, sino el modo habitual de funcionamiento dentro de instituciones desgastadas y desconectadas de la ciudadanía
El juicio contra Alejandro Gil comenzó esta mañana en un tribunal militar del municipio Mariano y el primer proceso será por espionaje, el cargo más grave que se le imputa al ex ministro, quien según su hija, no admitirá los cargos en su contra.
Su padre, dijo, "se mantiene firme en su defensa y no reconocerá bajo ninguna circunstancia, ningún delito que se le impute y que no se le sea debidamente verificado" dijo Laura María Gil González y añadió: "la verdad triunfará".
En las últimas horas circulan en redes sociales múltiples denuncias ciudadanas que apuntan a presuntos actos de corrupción en diferentes localidades de Cuba, en medio de una crisis económica persistente y un creciente malestar social.
Más allá de las cifras y las sanciones, el programa insistió en algo que resuena con fuerza: el daño a la confianza pública. “La ley del presupuesto tiene fuerza de ley. Y lo que está en juego es el dinero del pueblo, no un fondo privado que se puede mover por capricho”, dijo el conductor Humberto López en su monólogo final. La vergüenza pública, advirtió, tiene un rol disuasivo que debe jugarse con cordura, pero sin concesiones.