Más allá de las cifras y las sanciones, el programa insistió en algo que resuena con fuerza: el daño a la confianza pública. “La ley del presupuesto tiene fuerza de ley. Y lo que está en juego es el dinero del pueblo, no un fondo privado que se puede mover por capricho”, dijo el conductor Humberto López en su monólogo final. La vergüenza pública, advirtió, tiene un rol disuasivo que debe jugarse con cordura, pero sin concesiones.