En Cienfuegos, Camagüey y otras provincias, la muerte ya no es solo un rito; es un pasillo saturado, un nicho compartido, un silencio oficial que pesa más que el mosquito que la trae. La cuenta avanza, y mientras tanto, nombres se suman a la lista sin que haya explicación oficial, solo fosas abiertas.
Un desastre que no es solo económico, ni solo climático, ni solo sanitario, ni solo político, sino la suma de todos ellos sobre una población agotada, enferma, mal alimentada y sin horizonte claro dentro de su propio país. Lo que está en juego hoy no es la retórica de la “resistencia” ni la épica de las sanciones, sino la posibilidad misma de que esa sociedad siga funcionando sin romperse del todo.
Expertos confirman pico de chikungunya en Cuba y riesgo por transmisión vertical: recién nacidos y embarazadas, los más afectados, mientras el Gobierno promete “priorizar” controles.
En Cuba, las crisis no sorprenden. Lo único que sorprende es que sus dirigentes sigan convencidos de que tienen derecho a administrarlas después de haberlas ignorado durante meses.
El rebrote cubano ocurre, además, en un contexto de interrupción de campañas de control por falta de combustible y de personal, y con brigadas de fumigación que llegan tarde o no llegan. La combinación de crisis energética, viviendas dañadas por Melissa y presión epidemiológica es la ecuación que vuelve “invernal” un pico que antes asociábamos solo a las lluvias.
El resultado es doblemente dañino. Para las familias, deja la sensación de que la muerte “no cuenta” y niega el derecho a una explicación completa. Para el sistema, impide ver a tiempo dónde están los focos y cuántas vidas está cobrando la circulación de virus transmitidos por mosquitos u otros agentes.
Según los mensajes difundidos por vecinos y familiares, el menor —alumno de 8vo grado— se descompensó en horario de clases, presentó convulsiones y fue trasladado de urgencia al policlínico Andrés Ortiz, donde sufrió un paro y falleció. La identidad del niño no ha sido divulgada públicamente; quienes lo conocían lo ubican como residente del reparto La Lima, a pocas cuadras del centro escolar.
Sin aventurar diagnósticos, los testimonios apuntan a un cuadro compatible con enfermedades transmitidas por mosquitos y cuadros gastrointestinales asociados a agua no segura. En contextos así, las recomendaciones comunitarias básicas son: eliminar criaderos (vaciar recipientes y charcos en patios y azoteas), usar repelente y mosquiteros, potabilizar el agua (hervirla cuando sea posible) y buscar atención médica ante fiebre sostenida, vómitos persistentes, decaimiento extremo o signos de deshidratación, especialmente en niños y embarazadas. Vecinos de Matanzas insisten en hidratarse y evitar automedicarse cuando se sospeche dengue, a falta de indicación profesional.
La medida responde sobre todo al aumento de la presencia del dengue, el chikungunya y, en menor medida, el oropouche, todas arbovirosis transmitidas por el mosquito Aedes aegypti.