La paradoja de William Sosa —delogiado por salvar vidas al acusado por ejercitar la libertad de pensamiento— ilustra una regla amarga de la contemporaneidad cubana: no basta con ayudar al otro, al sistema le importa más que no critiques al poder. Y cuando se critica, aunque sea desde el análisis respetuoso, el sistema sospecha y actúa.
El último programa dedicado a demonizar a elTOQUE encaja en un guion ya conocido, pero cada vez más burdo. La académica y activista Hilda Landrove lo resume como una especie de confesión de impotencia, “solo que en la forma en que los criminales confiesan su impotencia, atacando”.
En Cuba, las crisis no sorprenden. Lo único que sorprende es que sus dirigentes sigan convencidos de que tienen derecho a administrarlas después de haberlas ignorado durante meses.
El colapso hospitalario no es un fenómeno aislado. Lo que ocurre en Cienfuegos se replica en Villa Clara, Holguín y Guantánamo, donde las ambulancias escasean y los entierros improvisados se vuelven habituales. La crisis sanitaria se entrelaza con un brote epidémico —posiblemente de dengue o leptospirosis— que el gobierno evita reconocer. Médicos cubanos en redes alertan sobre hospitales sin antibióticos, sin oxígeno y sin electricidad durante horas críticas.
Anna Sofia quería saber por qué su línea había sido convertida en túnel. La respuesta fue un clásico de sobremesa: ninguna. No sabía - la que la atendió - que estaba pasando y, sutil, empática, le ofreció a la joven que dejara su teléfono para revisarlo. Como si el problema estuviera en la pantalla y no en el interruptor invisible donde se deciden las voces autorizadas.
La confirmación del portazo no tardó en llegar por la vía periodística. Medios independientes informaron que las autoridades culturales prohibieron la gala en FAC para homenajear a Celia por sus cien años, un acto que tenía respaldo artístico y sentido histórico, y cuya cancelación desnuda la continuidad de una práctica que el país finge haber superado: la del llamado Quinquenio Gris.
La designación no habla solo de Crespo Baquero; habla del sistema que la produce y la protege. En Cuba, el mérito que pesa no es la gestión pública verificable, sino la lealtad y la utilidad narrativa. Por eso, aunque el currículum exhiba baches, el ascensor ideológico sigue funcionando.
Que el intercambio haya encontrado vida en Facebook dice algo sobre dónde está hoy la conversación pública en Cuba y cómo circula el contenido: el sistema mediático estatal sigue siendo la fábrica, pero las audiencias están en otra parte. Si de aquel programa queda algo más que un clip para “guardar”, será la agenda mínima que propusieron sus propios protagonistas: menos consignas, más datos; menos secretismo, más comparecencias; menos “cuidado con el enfoque”, más periodismo.
Sin embargo, ahí está el tuit: la autoproclamada “primera combatiente” y nunca Primera Dama del régimen cubano anunciando, con entusiasmo impostado, que Israel Rojas estará en su aula del ISA, como figura destacada para consolidar “la academia como lugar para debate en torno a las Industrias Culturales”. Sí, ¡quién lo iba a decir! Lis Cuesta, tiene un aula en el ISA.
Tras días de silencio, autoridades y prensa oficialista explican el desastre ambiental en Moa solo cuando las redes sociales y el periodismo independiente lo...
En fin, el Festival de ahora a muchos se nos antoja como un festival dedicado a quien no fue despedida como merecía, que excluye al que sigue diciendo lo que otros callan, y deja afuera a los que escogieron seguir haciendo reír en Libertad.
La periodista cubana Yirmara Torres Hernández, quien fuera presidenta de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en la provincia de Matanzas, ha vuelto...
No son pocos los comediantes cubanos que han encontrado en las redes sociales su espacio, sobre todo huyendo de la censura que ha alejado a muchos del set de la televisión cubana o de los grandes escenarios en la isla.