Unas quince familias, alrededor de cincuenta personas, pasaron la madrugada del lunes en la acera, rodeadas de sus pertenencias y sin un lugar seguro donde dormir. Los funcionarios municipales que se acercaron al lugar les informaron que no había sitio disponible para reubicarlos de manera inmediata, lo que dejó a los afectados a la intemperie, sin comida ni agua, y con la incertidumbre de no saber a dónde ir.
La comunidad de Miami se enfrenta a una ola de envidia y resentimiento que se manifiesta en actos de vandalismo y destrucción. Mientras las autoridades continúan investigando, los afectados esperan justicia y la restauración de la paz en sus vecindarios.