El caso del joven cubano Adrián Alejandro Cruz González nos ilustra a la perfección cómo, entre un proceso y otro, el tiempo es muy breve; tan breve que, aún cuando el migrante tiene derecho a tener un abogado, la prontitud con la que se realiza el proceso, e incluso el desconocimiento, puede proceder de manera negativa contra la persona que busca el Asilo Político y terminar con una orden de deportación.