Dos historias distintas, un mismo mapa de vulnerabilidad. El itinerario que lleva a muchos cubanos hasta Rusia, ya sea por promesas laborales o por el señuelo de un pasaporte y un pago rápido, choca de frente con la realidad de un país en guerra y con un sistema migratorio opaco para los recién llegados. Hoy, la familia de Yoelsi espera señales desde un frente que traga nombres; la de Jonathan, una puerta de salida desde un centro de retención. En ambos casos, la visibilidad es la primera herramienta para romper el bloqueo del silencio.