La muerte de Matilde Muñoz Cazorla abre ahora un capítulo judicial en Indonesia del que dependerán respuestas definitivas: quién la atacó, cómo, cuándo y por qué. Mientras se esclarecen responsabilidades, su historia deja una herida en Ferrol, su ciudad de origen, y una advertencia incómoda para el turismo internacional: incluso en los paisajes más idílicos, la seguridad nunca puede darse por descontada.