En La Habana Vieja una vieja deuda de sangre se cobró a plena luz del día, frente a todos, y reforzó la idea de que, en muchos barrios de la capital, la vida vale cada vez menos y la violencia se ha convertido en un lenguaje habitual.
Ambas historias vuelven a situar a @nioreportandouncrimen en un lugar incómodo y, a la vez, necesario: el de plataforma que cataliza denuncias en tiempo real, da nombres, calles y horarios, y empuja a las autoridades a responder.
Miami-Dade tiene recursos, pero no milagros. Lo que muestran estas dos historias es que la violencia se sofistica y se disfraza: a veces viaja oculta bajo la carrocería de un sedán, a veces se esconde detrás de una puerta cerrada por fuera. El resto es trámite de juzgado y partes policiales; lo urgente sigue siendo que nadie tenga que vivir con miedo de quien conoce sus rutinas o de quien posee la llave de su cuarto.
Si lo que pretendemos es orientar a la gente —no asustarla—, hablemos claro: en España te tocará lidiar con burocracia y alquileres caros en grandes ciudades, pero tendrás sanidad pública, transporte que funciona y barrios caminables; no te forzarán a un coche eléctrico, aunque ciertas zonas limiten el acceso a vehículos viejos; pagarás impuestos como en cualquier Estado de bienestar, pero no dos veces por el mismo ingreso. A partir de ahí, cada familia hace su ecuación.
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