El hallazgo de “Chaguito” podría cerrar un ciclo de 25 años de incertidumbre. O podría convertirse en otra pista más, inconclusa, de tantas que han recorrido sus familiares. Pero incluso en la duda, su historia ya ha cumplido un papel inesperado: visibilizar que en Cuba no son uno ni dos, sino muchos los que se esfuman sin dejar rastro, y que cada caso arrastra un duelo prolongado y un país entero que prefiere no mirar.
La historia de Santiago Iglesias Broum ha desatado pasiones en las redes porque toca fibras profundas: la nostalgia de quienes tienen familiares perdidos, la rabia por la falta de respuestas institucionales y la fe de que la tecnología actual pueda dar luz sobre un misterio que lleva 25 años sin resolverse. Para sus seres queridos, la esperanza sigue intacta: encontrarlo, vivo o muerto, para al fin cerrar un ciclo de incertidumbre que ha marcado a varias generaciones de su familia.