En menos de una semana, Cienfuegos y Sancti Spíritus quedaron marcadas por tres episodios de violencia: una denuncia de presunto maltrato infantil, el feminicidio confirmado de la enfermera Rosy Ferrer y un asesinato en Trinidad aún sin esclarecer. La ciudadanía fue la primera en reportar los hechos, mientras las instituciones continúan reaccionando tarde frente a una crisis de inseguridad que crece en silencio.
Tras el parto, madre e hija fueron trasladadas al Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos. El doctor Manuel López Fuentes explicó que se trataba de una niña prematura, pero que llegó en buen estado general. “Nunca habíamos tenido un caso así. La bebé pesó 2200 gramos. Prematura de 34 semanas. Pero llegó estable. Hicimos estudios complementarios y todo normal. La observamos casi 24 horas completas y al siguiente día pasó junto a su mamá”, declaró.
Con la tragedia de Martín en Baracoa, Cuba cierra el año con al menos seis incidentes fatales por rayos confirmados: dos adolescentes en Bauta, tres jóvenes en Manicaragua, dos trabajadores rurales en Colón, tres fallecidos y cuatro heridos en Moa, y el más reciente en Guantánamo. Las cifras podrían ser mayores si se incluyen reportes no confirmados oficialmente en otras regiones del país.
Varios casos recientes donde la violencia contra la mujer es señalada. En otro, ocurrido en el año 2000, se denuncia que el victimario apenas recibió 8 años de cárcel.
En Sancti Spíritus, donde los rescates de fauna se han vuelto una tarea repetida para bomberos y protectores, la historia de Mochi deja una imagen para el recuerdo: una perrita temblorosa que recupera la calma apenas escucha su nombre, y una ciudad que, por una vez, se puso de acuerdo para devolverla a casa.
En Cuba, donde los mecanismos formales de asistencia suelen ser lentos o insuficientes, Facebook y WhatsApp funcionan como tablón de anuncios, oficina de coordinación y, muchas veces, única ventanilla de esperanza. Hay una ética de la proximidad que se activa: quien no tiene dinero ofrece transporte; quien no puede donar sangre replica la convocatoria; quien no posee colchones pregunta por tallas de ropa; quien vive fuera enciende la cadena de remesas o compra en línea.
El vecino de Fomento añade una arista sensible: “Yo quiero arreglar mi casa”. No pide una restauración integral financiada por el presupuesto; pide acceso legal a madera, tejas, clavos, pintura, y que la autoridad cultural acompañe —no obstaculice— una reparación básica que evite males mayores. Ese enfoque de “conservación habilitante” (permitir intervenciones seguras y reversibles para preservar habitabilidad) ha sido recomendado en múltiples contextos con economías restringidas, pero en Cuba choca con una burocracia que prioriza el control documental por encima de soluciones de urgencia.
Vecinos de Sancti Spíritus denuncian recibir agua turbia, con insectos y mal olor. Autoridades culpan a la sequía, reconocen la crisis y descartan la presencia de “peces vivos” en las tuberías.
En una Cuba donde conseguir lo básico —desde alimentos hasta medicamentos— es una lucha diaria, y donde muchos jóvenes ven el futuro como una calle sin salida, casos como este evidencian un malestar profundo que no siempre se expresa, pero que cada vez cobra más vidas en silencio.
Según datos ofrecidos por la Empresa Eléctrica Provincial, Fomento, como el resto de los municipios del centro del país, enfrenta cortes de electricidad que pueden superar las 20 horas diarias.