En menos de 24 horas, tres ataques con arma blanca en distintos puntos de Miami-Dade —una fiesta que terminó en sangre, una mujer acuchillada dentro de un restaurante y dos víctimas más en Homestead— dejaron la sensación de una ciudad donde la violencia estalla en cualquier esquina. Las investigaciones siguen abiertas, pero la impresión pública es clara: las puñaladas están marcando el pulso de la crónica diaria.