La Guardia di Finanza descubrió el esquema tras rastrear movimientos financieros inusuales y transacciones entre empresas fantasmas con sede en Torino y supuestos clientes en Cuba. En realidad, los bienes jamás llegaron a su destino, y las operaciones servían como cortina de humo para esconder ingresos, inflar gastos y eludir impuestos.