El último programa dedicado a demonizar a elTOQUE encaja en un guion ya conocido, pero cada vez más burdo. La académica y activista Hilda Landrove lo resume como una especie de confesión de impotencia, “solo que en la forma en que los criminales confiesan su impotencia, atacando”.
La señal política es nítida: el PCC ajusta el mando de sus diarios insignia, con un director de perfil propagandístico y un relevo joven en la prensa juvenil.
Que el intercambio haya encontrado vida en Facebook dice algo sobre dónde está hoy la conversación pública en Cuba y cómo circula el contenido: el sistema mediático estatal sigue siendo la fábrica, pero las audiencias están en otra parte. Si de aquel programa queda algo más que un clip para “guardar”, será la agenda mínima que propusieron sus propios protagonistas: menos consignas, más datos; menos secretismo, más comparecencias; menos “cuidado con el enfoque”, más periodismo.
El material, compartido en Facebook por el periodista y crítico cultural Jaime Masó, muestra a un joven en cabina leyendo con tropiezos, pausas mal colocadas y un tono forzado que provocó la burla inmediata de muchos oyentes.