Con el tiempo, este modo de hablar ha cargado también con estigmas. Para algunos, suena “incorrecto”; para los lingüistas, es una prueba de que las lenguas cambian cuando cambian las ciudades. Llamarlo Miami English es, en parte, una forma de reconocer que en esta ciudad el inglés también tiene acento migrante, historia propia y derecho a existir sin disculpas.