Cansados de los apagones y decididos a mirar su propio país desde otra perspectiva, Daniela García y Brian Nicolau emprendieron un recorrido en bicicleta por toda Cuba. Su proyecto, Cuba en Bici, ha reunido a miles de seguidores y ofrece un retrato franco —lo duro y lo hermoso— de una isla que pocas veces aparece en las narrativas oficiales. Entre baches, apagones, paisajes rurales y gestos de solidaridad, la pareja documenta un viaje que es también una búsqueda de sentido en medio de la crisis.
Una denuncia hecha por la activista Irma Lidia Broek sobre el modo en que se manipula y esconde la verdad, prendió entre sus seguidores porque conectó con lo que muchos viven a diario: hospitales colapsados, médicos obligados a recetar agua y té a enfermos con fiebre alta, vómitos y diarreas, y certificados que nunca dicen la palabra prohibida.
La proliferación del “químico” ha sido documentada con videos y testimonios que muestran a adolescentes y jóvenes cayendo en plena vía pública, con signos de intoxicación aguda. En la Isla, organizaciones y medios independientes advierten de un fenómeno en expansión, con consumo que baja la edad de inicio y familias que, entre la vergüenza y el miedo, demoran en pedir ayuda. La evidencia audiovisual y los relatos de barrio han puesto el tema en la agenda pública, más allá de campañas episódicas.