El médico Salvador Plasencia fue condenado a 30 meses de prisión por suministrar ilegalmente ketamina a Matthew Perry en los meses previos a su muerte. La investigación reveló que el actor obtenía dosis adicionales fuera de los protocolos médicos, en una red donde Plasencia actuó como proveedor clave. La sentencia envía un mensaje a las clínicas de bienestar que cruzan la línea entre tratamiento y abuso.
Tres expedientes, tres modalidades delictivas y un mismo punto de convergencia: Miami, donde las fronteras entre lo local y lo internacional son delgadas, y donde el sistema judicial continúa lidiando con redes que aprovechan ese tránsito constante.