La interdicción fue guiada por una tripulación aérea de vigilancia que venía siguiendo la ruta desde Bahamas. Cuando el guardacostas detuvo la nave cerca de la bocana del río, los marinos hallaron en la consola central una pistola Glock con el logotipo del Departamento de Policía de Miami grabado y el nombre de una persona que no estaba a bordo.
La advertencia del Pentágono tras el sobrevuelo de los F-16 venezolanos no es un gesto aislado, sino el capítulo más reciente de una partida que mezcla política doméstica en Washington, la legitimidad internacional del uso de la fuerza y el control —cada vez más militarizado— de las rutas del delito en el Caribe.