Zoila, de 84 años, padecía un cáncer avanzado y vivía sola en Encrucijada, Villa Clara. Su último deseo era ver a su hijo, encarcelado SIN JUICIO, desde noviembre de 2024 por participar en manifestaciones pacíficas en contra de los apagones en el municipio. Sin embargo, el régimen no concedió el permiso. Barrenechea solo pudo ver el cadáver de su madre, bajo vigilancia, durante unos minutos tras el fallecimiento.