American Airlines y el aeropuerto insistieron en su compromiso de colaborar “en todo lo necesario” con la policía hasta esclarecer lo ocurrido. Por ahora, el principal dato firme es también el más crudo: un cuerpo sin vida, descubierto al término de un vuelo transatlántico, que vuelve a recordar que la cabina del tren de aterrizaje no es un escondite, sino una trampa mortal.