Las probabilidades de Gabrielle como “nuevo Floyd” o “otra Sandy” no son el relato dominante de los mejores pronósticos disponibles; el relato dominante es el de una tormenta que se fortalece sobre mar abierto y se curva al norte, con Bermudas como observador obligado. Si el patrón cambiara —si un bloqueo inesperado cerrara la puerta atlántica o un valle en altura la tomara por la costa—, el NHC lo reflejaría de inmediato y entonces sí tocaría hablar de riesgos específicos para estados y ciudades. Hoy, no es ese el caso.