En Jicotea no piden un boulevard; piden que sus hijos lleguen a clase limpios, sin tener que elegir entre el fango y faltar. Si las autoridades municipales de Ranchuelo miran ese video con ojos de ingeniero y de padre, entenderán que aquí no se discute estética urbana, sino derecho al acceso. Unos cien metros pueden parecer poco en el mapa, pero en la vida diaria de estos niños son la distancia exacta entre empezar el día con barro… o con cuaderno. Y eso, para una comunidad entera, marca la diferencia.