La llegada de 24.600 toneladas de arroz y los llamados institucionales a la solidaridad no lograron iluminar una Navidad marcada por apagones superiores a los 1.900 MW, escasez y familias separadas. Más allá de la falta de electricidad, en Cuba persiste un apagón más profundo: el de un país cansado, sin expectativas claras y con el ánimo en suspensión.