Esta historia deja preguntas abiertas que trascienden su caso: ¿qué estándar humanitario se aplica a quienes han pagado sus cuentas con la justicia y buscan rehacer su vida?, ¿qué coordinación real existe entre Washington, La Habana y Ciudad de México para evitar que la “solución” sea internar a una persona en un tercer país donde no tiene absolutamente nada? Por ahora, para Pedro, la respuesta es sobrevivir un día más, sin hacer ruido, mientras intenta que su historia no termine en el anonimato.
Pese a su éxito, Llamas no olvida sus orígenes. “Soy 305 hasta los tuétanos”, afirmó al Miami Herald. Mantiene vínculos con su ciudad natal, visita lugares como Versailles y Pinecrest Bakery, y sigue siendo fanático de los Miami Hurricanes y los Marlins.