La entrega de autos a tabacaleros, más que un simple reconocimiento, se convirtió en un espejo incómodo de la realidad cubana: un país donde producir riqueza no garantiza derechos plenos, y donde el acceso a un automóvil puede ser noticia nacional, siempre y cuando esté mediado por el visto bueno del poder.
Esta no es una política de estímulo. Es una política de control. El Estado no le devuelve al productor lo que ha generado. Le da, si quiere, si puede, si le conviene políticamente. Lo hace bajo sus términos, sin equidad, sin libertad de mercado, sin competencia real. Y mientras más dependientes se mantengan los campesinos de ese sistema opaco, más fácil es someterlos a la lógica del favor y la deuda.
La publicación original, compartida por la activista cubana Irma Broek en Facebook, mostraba a la diputada Agramontina, identificada como Tatiana Ramírez Iznaga, caminando bajo el sol y en sandalias tipo alpargatas.