Hoy por hoy, Dakota Johnson se inserta en una cadena evolutiva de empoderamiento, validando la idea de que la sexualidad femenina no necesita permiso para ser vivida —ni silenciada.
Más allá de lujos, alfombras rojas y looks de diseñador, Dakota Johnson demuestra que a veces lo más efectivo no es tener un estilista al lado, sino la misma viveza con la que cualquier cubano resuelve una fuga con un pomo de refresco. Un pañuelo, una risa, y se acabó el problema.