Las declaraciones de Donald Trump tras el asesinato de Rob Reiner y su esposa provocaron una reacción inusual dentro del Partido Republicano. Senadores, congresistas y antiguos aliados del mandatario condenaron el uso político de una tragedia familiar, abriendo una grieta interna que expone los límites —cada vez más difusos— del discurso presidencial en un país marcado por la polarización.