María Branyas no solo dejó un legado como la persona más longeva del mundo, sino también como un ejemplo de cómo vivir una vida plena y significativa, incluso en la vejez. Su vida, que abarcó más de 11 décadas, es un recordatorio de la resiliencia humana y la importancia de cuidar y valorar a las personas mayores en nuestra sociedad. Con su partida, el título de la persona más longeva del mundo pasa a la japonesa Tomiko Itooka, nacida en 1908.