Las activistas que han acompañado el proceso lo resumen así: “La mitad de la vida la salvamos entre todos; la otra mitad depende ahora de los médicos en España”. Y mientras Brianna vuela hacia una oportunidad que Cuba no pudo darle, queda claro, una vez más, que la diferencia entre vivir y morir en la Isla depende demasiado del azar, de la solidaridad y del esfuerzo colectivo, y demasiado poco del sistema de salud que debería protegerla.