Precisamente en los Estados Unidos de la posguerra, Carmen sufrió la discriminación de ser mujer en un circuito dominado y manejado por hombres. Ya le había sucedido algo parecido en la Cuba de los años 30 y en ninguno de los dos momentos, como en toda su vida, no importó que se relacionara con figuras tan influyentes como como Pablo Picasso, o su compatriota Wifredo Lam. Debió esperar hasta el ocaso de su vida para por fin ser catalogada como una pionera de la abstracción y el minimalismo.