Por eso los nombres de Yoleidy Ayarde, Pepo, y de Abel Corrales no deben perderse en el ruido de la semana. El primero, arrastrado según testigos por un río crecido en Jaraueca; el segundo, vulnerable por su demencia y extraviado en Guisa. Ambos necesitan lo mismo: búsqueda formal coordinada, canales abiertos de información y una comunidad que siga alerta sin sustituir la labor de rescate. Si este año enseña algo, es que la movilización del barrio puede salvar vidas, pero no debería ser la única red de seguridad.
Jorge Alonso cree que su hijo podría encontrarse en los alrededores de Miami Springs, aunque admite que la búsqueda resulta complicada. “No puedo ir de hotel en hotel porque lo más probable es que me saquen. Necesitamos ayuda”, dijo al pedir apoyo ciudadano.