Su muerte cierra un capítulo significativo de la música ligera italiana. Quedan los discos, las apariciones en San Remo, las actuaciones memorables y, sobre todo, la estela de baladas que acompañaron bodas, serenatas y programas de variedades a lo largo de cuatro décadas. En tiempos de consumo fugaz, la permanencia de “Daniela”, “Cara” y otras piezas confirma que, más allá de etiquetas y comparaciones, Christian fue dueño de un sello propio: el de un crooner mediterráneo que convirtió la sencillez emocional en virtud y oficio.
La partida de Rubén Leliebre ocurre en un momento en que la música cubana ha sufrido la pérdida de varias de sus figuras más reconocidas en los últimos años, dejando la sensación de que un capítulo entero de la historia cultural del país se está cerrando demasiado rápido. Su legado, sin embargo, permanece en cada arreglo, en cada interpretación y en la memoria agradecida de quienes bailaron o se emocionaron con las melodías que él ayudó a construir.
Desde quienes compartieron escenario y quienes lo escucharon, el elogio final se convierte en abrazo para su memoria: “Vuela alto, Benny”. Cuba te recordará por tu arte, tu amistad y tu entrega.