La mordedura sin veneno terminó en susto y evacuación; otras veces, el enemigo es el calor, una caída o un accidente de transporte. La lección es clara: por más drones, médicos y logística que haya, la naturaleza no firma contratos de televisión. Y quizá esa misma incertidumbre —controlada, pero nunca anulada— sea parte del magnetismo que mantiene a Survivor en pantalla tras un cuarto de siglo.