En un contexto donde la censura y la polarización siguen marcando el arte cubano, el encuentro entre La Diosa y Haydée Milanés —una figura vinculada a la trova y otra al mundo popular más urbano— se convirtió en un acto de reconciliación musical. Ambas se rindieron homenaje mutuo, pero sobre todo, le rindieron homenaje a la libertad.