La lucha de El Taiger contra sus demonios, vistos como las adicciones y su vida expuesta a través de las redes sociales, lo humanizan ante su público, quienes ven en él no solo a un músico, sino a un reflejo de sus propias batallas internas y colectivas. Sin embargo, su trayectoria también pone de manifiesto las limitaciones del entorno que lo rodea, donde el éxito puede ser efímero y las expectativas, a menudo, insostenibles.